Roberto Sosa López. Asociación de críticos y periodistas teatrales. 24 Julio, 2018
No conozco en la escena teatral una mujer como Conchi León, que en cada una de sus obras, nos muestre un pedazo de su cultura, con colores, olores y sabores. Sus puestas en escena están bordadas con manos que tejen historias, nacidas en la costumbre; podrían ser dentro de un cenote sagrado o en el bosque donde habitan el faisán y el venado; un pedazo de Yucatán está siempre presente en su obra.
Leer nota completaDorte Jansen, Retrato en palabras 3 Agosto, 2018
Concepción León Mora (Mérida, Yucatán, 1973), mejor conocida como Conchi León, está omnipresente en la cartelera actual de la Ciudad de México: ``La espera`` (texto y dirección) en el Foro Shakespeare y en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico; ``Después del eclipse`` (texto, dirección, actuación) en el Teatro La Capilla; ``La Negrura`` (dramaturgia en co-autoría con José Caballero) en la Sala Héctor Mendoza y ``De la piel y sus destellos`` (texto, dirección, actuación) en el Foro Shakespeare. Su nombre se ha convertido en un referente de calidad artística; los textos que son tocados por su pluma se convierten en oro o tal vez habría que decir corazón, ya que en su caso la distancia entre corazón y escritura parece ser mínima. Sus obras suelen tener un lenguaje directo y a la vez poético; las imágenes evocadas muestran una singular belleza y honestidad, brotan a menudo de las entrañas, de los recuerdos, de la infancia. El público se conecta fácilmente con sus personajes —unos seres vulnerables, bestiales y a la vez muy humanos— y es precisamente por esa complejidad que se refleja en ellos. Una gran parte de sus piezas se caracteriza por su exquisito sentido de humor. La autora irradia chispa encima del escenario y en la vida real, pero no se trata de chispas efímeras; las suyas suelen ser como semillas capaces de echar raíces profundas. Gracias a la constancia y el rigor en su trabajo Conchi León sigue creciendo tanto como persona como artista. Raras veces descansa —cuando sí de preferencia en su hamaca yucateca— ella es lo que se podría llamar una mujer de teatro de cuerpo entero: aparte de obras dramáticas escribe una columna semanal llamada “donde mora el león” , actúa, canta, baila, dirige, ha sido docente de teatro y jurado en diversas ocasiones y, si no fuera poco, encuentra tiempo para atender las redes sociales. Todo ello porque ella es un ser sociable y comunicativo que necesita compartir sus pensamientos y sentimientos con los demás. En su escritura pero también como activista en la vida real defiende a los débiles, los que no tienen voz, y busca justicia.