Discurso de recibimiento.

Discurso de Recibimiento

Quiero compartir con ustedes lo que significa para mí recibir un reconocimiento tan importante como ésta medalla, ésta medalla que lleva el nombre de uno de nuestros más grandes exponentes del teatro regional: Héctor Herrera, Cholo. No existe nadie que pueda llenar esas alpargatas ni mostrarnos el mundo entero a través de sus grandes ojos; nadie como Cholo, nadie como él. Y no sólo como artista, sino como ser humano, era un caballero antiguo, con gran respeto para sus colegas. Yo estaba trabajando en la Ciudad de México cuando recibí la noticia de que sería recipiendaria de ésta medalla. Fue una enorme sorpresa, mis ojos se abrieron casi tanto como los ojos de Cholo. ¡Mare, me van a dar mi medalla! Y ahí sí que me disculpen los atletas, ellos están acostumbrados a recibir sus medallas de oro y plata pero nosotros los artistas, muchas veces nos conformamos con el aplauso del público.

Uno no espera reconocimientos como éstos, aunque siempre se conserva la esperanza de que tanto esfuerzo, tanto camino andado, tanto sacrificio, un día tendrá fruto. Por eso alabo ésta iniciativa del Honorable Ayuntamiento, los artistas también necesitamos que las instituciones conozcan nuestro trabajo y nos acompañen en nuestro andar, que nos conozcan y nos reconozcan. 

A riesgo de parecer presuntuosa, debo decir que mi teatro ha recibido reconocimiento en distintos lugares del mundo, pero hoy puedo decirles, que ninguno tan valioso como el que recibo en mi estado, en mi casa. Ésta medalla me hizo, no sólo regresar a Mérida, sino regresar a mis orígenes, a mi casa, a mi familia.

Cuando empecé a escribir teatro regional, fui tachada de paisajista, los intelectuales no se interesaban en mi teatro, incluso llegaron a decirme que fuera de Mérida nadie iba a entender lo que escribo. Años después,  he viajado por el mundo con mi teatro, hemos recibido reconocimientos como el mejor teatro del mundo y pude decirles a los intelectuales  que se equivocaron,  que el teatro yucateco es universal. Bien dicen “Si quieres ser universal, habla de tu aldea” Y señoras y señores, yo tengo el enorme lujo de haber nacido en ésta aldea maravillosa llamada Yucatán; en ésta aldea en que las mestizas tiene poesía, política, amor, fuerza y belleza en una sola frase. Nuestros cielos, nuestros mares, nuestros colores, son fuentes de inspiración infinita, basta mirarlos con detenimiento para empezar a escribir.

Agradezco al H. Ayuntamiento de Mérida porque esta distinción no sólo me hará seguir escribiendo teatro regional, sino que me exigirá hacerlo con más rigor. Cuando yo aparecí en la escena teatral, nuestras mestizas eran representadas por hombres, y no hay nada malo en eso, el mismo Cholo hacía extraordinarias parodias de mujeres, pero en éste caso, lo que se hacía en los últimos tiempos, eran burlas hacia las mujeres, chistes que rayaban en la misoginia, tachando a nuestras mestizas de estúpidas e ignorantes. Leperada tras leperada. ¿Dónde quedó el ingenio, dónde la poesía? Y yo reclamo eso porque eso vi siempre en las mestizas. Mi abuela era una mestiza y nuestras grandes charlas quedaron inconclusas con su muerte, por eso tuve que salir a conversar con las mestizas que venden en los mercados, con las marchantas, con las bordadoras, con las que venden panuchos y salbutes.

El teatro cómico del Cholo encontró en Conchi su lado dramático, testimonial, realista. Al cambiar de voz del masculino al femenino, el nuevo teatro yucateco es un ajuste de cuentas de la víctima con el verdugo, pero también de la mujer con las mujeres, de la hija con la madre, con la hermana, con la tía, que no sólo permitieron sojuzgar a las de su género, sino que se lo inculcaron a su descendencia.

Todas mis obras parten de hechos reales, amo ir a nuestros pueblos y entrevistar a sus habitantes, particularmente a sus mujeres, a nuestras mestizas, esas heroínas del día a día. Por eso al reconocer hoy mi trabajo,  reconocen la voz de tantas mujeres que han sido calladas, violentadas, discriminadas, sometidas, olvidadas. Y reconocer a las mujeres en tiempos en los que luchamos por la equidad, es muy importante. Reconocer mi trabajo es también reconocer la voz del pueblo yucateco, escuchar sus tragedias y sus alegrías y poner en alto la memoria de un hombre que siempre brillará en el firmamento. Dicen los Mayas que en el futuro, todos seremos  estrellas. Ojalá así sea y podamos brillar con nuestro trabajo, con el respeto que merece nuestra cultura y nuestra memoria, ojalá un día todos seamos estrellas y podamos brillar con la misma fuerza que lo hizo don Héctor Herrera.

Por último, quiero dedicar esta medalla a mi madre, una mujer que tuvo una visión que transformó mi vida. Mamá, ésta  medalla también es para usted, no es de oro, pero es de amor. Esta medalla es para usted,  por los tiempos bonitos, que han sido pocos pero poderosos, esos en los que cuando niña me llevaba de la mano a mis clases de jarana, de ballet, de inglés -por si algún día viajaba- a mis clases de teatro, porque una infancia en medio de la pobreza extrema, como lo fue la mía, se vio iluminada por la luz del teatro, porque usted me enseñó a amarlo y respetarlo desde niña. Ésta medalla se vuelve desde hoy mi amuleto para seguir compartiendo nuestro teatro por el mundo, porque ser Yucateca es uno de mis grandes orgullos y Yucatán siempre será el lugar ideal para mi corazón y para mi teatro.

Alabo la constancia de nuestras autoridades para recordar al artista enorme que fue Cholo, alabo que con alicientes como éstos nos inciten a ser mejores artistas y a hacer más por nuestro teatro. Yo lo sé: el Teatro Yucateco puede brillar por el mundo; igual que brilla la enorme estrella en la que se ha convertido don Héctor Herrera,  gracias hasta el cielo don Héctor, por iluminarnos el camino. Gracias a las autoridades por acompañar mi historia teatral. Gracias a mi lindo Yucatán por el enorme honor de nacer bajo el mágico cielo del Mayab. Gracias al amoroso equipo que me acompaña, mi familia teatral: mi Addy, Oswaldo, Lulú, Estrella, Salomé, Susi, Fer, Esaú, Mauricio, gracias por no dejarme sola porque gracias a ustedes aprendí que es mejor caminar despacio porque se puede caminar con compañía. Yo me regreso a la Ciudad de México, me espera una gira por Brasil y Estados Unidos, les prometo que ahí, en esos otros países del mundo compartiré con enorme orgullo la sabiduría de mi pueblo y la belleza de nuestro teatro regional, eso sí, mi medalla se queda en mi casa, porque donde está tu corazón está tu casa y aunque yo me vaya al fin del mundo, mi corazón siempre estará en Yucatán.

Conchi León